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MAJAMAMA COREOGRAFÍAS DEL DERRUMBE FESTIVO

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Majamama se despliega como un dispositivo escénico que, desde su primera imagen, anuncia un territorio en tensión: carnavalesco y festivo, preciso y deteriorado, luminoso y fracturado. El escenario se presenta completo desde el inicio, velado apenas por cortinas translúcidas de tul que filtran todo en su interior. Al fondo, una tarima elevada cubierta por una tela roja, una cortina dorada lateral, todos estos elementos evocan un espacio previo al acontecimiento, como si el espectáculo estuviera siempre a punto de comenzar y, al mismo tiempo, de desarmarse y finalizar.

La dirección y dramaturgia de Pepo Silva articulan una obra interdisciplinar que no busca clausurar sentidos, sino exponerlos en su inestabilidad. La estructura coreográfica se organiza en bloques modulares que emergen, se desarrollan y se disuelven sin llegar a un clímax definitivo. Cada idea aparece como una tentativa, ya sea, un gesto, una danza, una situación colectiva que se activa y luego colapsa, dejando espacio a otra. Esta lógica acumulativa, sostenida por un montaje preciso de Moisés Arcos y Carlos Mangas, construye una temporalidad dinámica, donde la reiteración y la ruptura conviven sin jerarquías fijas.

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En escena, los cuerpos interpretados por Francisca Espinoza, Mónica Casanueva, Gabriela Suazo, Víctor Morales, Nicolás Gatica y Javier Muñoz, con la participación de Mariel Bracamonte (como invitada) operan desde una doble condición, comparten una aparente fisicalidad común y, al mismo tiempo, preservan lenguajes singulares y conflictos propios. La danza transita entre lo festivo, lo mecánico, lo fragmentado y lo gestual.  referencias a imaginarios latinos reconocibles, ritmos populares que son inmediatamente torcidos, ralentizados y llevados a un terreno de fricción. El cuerpo parece debatirse constantemente entre la celebración y la incomodidad, entre el exceso y el quiebre.

La voz aparece en ciertos momentos como material central en esta arquitectura, canto, sonido áspero, respiración forzada, emisión incómoda. La intervención vocal de Mónica Casanueva, con una presencia sonora intensa y sensible, marca uno de los momentos de la obra, provocando un cambio de temperatura escénica. 

El universo sonoro, creado por Pablo Contreras con la colaboración de Paulopulus, funciona como un organismo vivo que dialoga con la escena. Ritmos latinos intervenidos, capas contemporáneas y silencios estratégicos sostienen y, a veces, contradicen la acción corporal. Como en una escena donde los propios intérpretes conforman una banda musical, activando instrumentos mientras sus cuerpos responden de manera disonante, casi esquizoide, frente al pulso rítmico que generan.

La iluminación y el diseño escénico de Rocío Hernández operan como una dramaturgia paralela. Atmósferas cambiantes acompañan cada instante con precisión, generando imágenes de alta potencia visual, como el momento en que las siluetas de los intérpretes se visualiza a contra luz tras una tela roja y la aparición explícita de un texto, proyectado y desplegado sobre esta tela donde la frase “NO SE PUEDE CORREGIR A LA NATURALEZA” irrumpe como declaración poética y política. El texto resuena, enmarca y amplifica el conflicto que los cuerpos ya están exponiendo.

El vestuario diseñado por Althía Cereceda, de estética carnavalesca y colorida, dialoga con esta energía festiva para luego desprenderse progresivamente, dejando cuerpos en ropas más neutras, como si la identidad misma fuera despojada capa por capa.

 

Majamama no busca interpelar desde la cercanía afectiva, sino desde el impacto sensorial. Funciona como espectáculo en el sentido más complejo del término, como una maquinaria escénica donde todos los elementos, cuerpo, luz, sonido, texto se alinean para producir una experiencia visual, física e intensa con dispositivos sólidos y técnicamente impecables, que deja vibrando una pregunta persistente: ¿qué ocurre con estos cuerpos cuando el festejo se cae, cuando la identidad no alcanza a sostenerse, cuando la danza insiste en no resolverse?

 

FICHA TÉCNICA:

Dirección y Dramaturgia: Pepo Silva | Asistencia Creativa: Betania González | Asistencia Dramatúrgica: Bruce Gibbons | Producción y creación Musical: Pablo Contreras | Colaboración Musical: Paulopulus | Diseño Escénico e Iluminación: Rocio Hernández | Montaje: Moisés Arcos; Carlos Mangas | Encargado Técnico: Matías Segura | Diseño y realización vestuario: Althía Cereceda | Asesorías vocales: Jacob Reyes | Proyección: Jose Agurto | Producción: Pepo Silva; Betania González | Creación y Performatividad: Francisca Espinoza; Mónica Casanueva; Gabriela Suazo; Victor Morales; Nicolás Gatica; Javier Muñoz | Invitada: Mariel Bracamonte | Asesoramiento comunicacional: Nicolás Gatica; Lucas Damiani; Florencia Rioseco | Produce: Centro Cultural Gabriela Mistral.

Por: RODRIGO JORQUERA MÁRQUEZ. Licenciado en Artes, mención Danza. Universidad de Chile.