Soy una mujer con opinión y carácter formada en el área de la salud, con muchos años enfrentando situaciones límites por mi trabajo. También soy madre, pero por sobre todo, chilena de tomo y lomo. Por estos días cumplo 60 años. Retrocediendo en el tiempo, contaba con 12 años cuando ocurrió el caso llamado: operación Cóndor. Caso donde militares raptaban bebes y lo entregaban a familias que no podían concebir.
Mi hermana Carolina me sorprende regalándome una invitación al teatro. Una invitación para ver la obra: El Vuelo de Laura. Por la temática de esta obra y ambientada en una época conocida, piensa que contamos con elementos de conexión con la temática.
Llega el día y partimos a disfrutar una tarde de teatro.
Debo decir que la reseña de la obra, nos habla de:…..Tamara, una mujer chilena de 41 años, que es citada a declarar en un tribunal de Roma en calidad de víctima de secuestro por parte de las dictaduras militares de Uruguay y Chile. Allí se entera que había sido adoptada y, desde ese momento, comienza la búsqueda de su origen, cuestionando a quien ella creía que era su verdadero padre, un ex militar chileno refugiado en Italia gracias a su doble nacionalidad. En el inicio de la obra, con todas las butacas llenas de un público atento y ávido, y a medida que transcurre la historia frente a nuestros ojos, la atmósfera se va poniendo cada vez más densa.
No podemos evitar observar que alguien seca sus lágrimas. Por mi lado, trato que no se note como se me escapa una lágrima. Pero al igual que mis vecinos integrantes casuales de esta comunidad teatral, limpio con algo de timidez las lágrimas que escapan del fondo de mi ser.
Me propuse escribir mis impresiones sobre la obra. La fui a ver en su último fin de semana en cartelera. Pero me ha costado ordenar mis sentimientos y emociones vividas y volcarlas al papel en reflexiones frías y objetivas. Pienso que cualquiera pudo haber vivido una situación similar, porque en esos aciagos tiempos y días nefastos, una espada de Damocles pendía sobre nuestras existencias, y ante la menor excusa, ésta caía destruyendo vidas.
La obra El vuelo de Laura, cuya idea original pertenece a la actriz uruguaya Liliana García Sosa, nos presenta dos caras de una misma moneda. Una primera realidad oscura, dura, más bien dogmática, patriarcal, machista y que se cree impune a los crímenes cometidos. Un ser ajeno que vive, en un mundo que ya no existe, que piensa que hizo “el bien”; representado por el militar que hurta un bebe para transformarse por arte del robo, en padre (¿Cuántos seres circularán por las calles viviendo una vida ajena, desconociendo sus raíces, ignorando sus progenitores?).
Y, por otro lado, vemos a Tamara, una mujer que vivió una vida de engaño. Porque no solo se entera que ha sido adoptada por el asesino de su madre, sino que desconoce el paradero de la mujer que le dio la vida.
Y en el fondo de todo ésto se encuentra Laura. Una mujer jamás olvidada, una joven madre que perdió la razón de su existencia. Mujer que truncaron su vida de la peor forma, y desde la comodidad de las butacas lo sentimos, lo lloramos desde el fondo de nuestra alma y a los gritos de “perra”,” puta” “y se hacían los valientes”, logramos entender, pero no calmar, nuestra sed de venganza. Solo anhelas que la obra fuese tan solo un imaginario, un cuento, una historia, una ficción sin base real… Pero sabes que esta dolorosa historia de Laura, se apoya en hechos reales. Hechos que recuerdas para ser contados una y otra vez, para el QUE NUNCA MÁS sea real también en algún momento.
Solo espero que la obra se reponga nuevamente en el mes de los festivales, Enero y agradecer al Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) a su ideóloga y directora Liliana García Sosa, a Agustín Moya (aunque realmente nos hace odiar a su personaje), a Ingrid Isensee, que nos trasmite su dolor. Pero en la obra, todos son importantes: Shlomit Baytelman, que nos hace viajar en el tiempo, a la dramaturga Daniela Lillo.
El vuelo de Laura, no es para disfrutar un fin de semana. Es la excusa perfecta para recordar que a 50 años de ocurrida la tragedia, aún siguen aflorando lágrimas por Laura y todas aquellas mujeres que les arrebataron sus sueños de ser madres.
FICHA ARTÍSTICA:
Idea original y dirección: Liliana García Sosa | Dramaturgia: Daniella Lillo Traverso | Asistente de dirección: Tahina Johnson | Intérpretes: Ingrid Isensee, Liliana García Sosa, Shlomit Baytelman, Agustín Moya | Diseño integral: Mercedes García Navas | Música: Camilo Salinas – Inti Illimani Histórico | Producción: Gustavo Fischer, Bruno Córdova | Diseños Visuales: Vía Sur Estudios.

Por: SILVIA ROJAS NÚÑEZ. Docente. Departamento de Enfermería Universidad de Chile.