El aquí y ahora es una de las características principales con las que el teatro se relaciona. Tanto porque es un arte efímero que sucede en un momento y lugar determinado como por la relación que produce con el público debido a los temas tratados. No toda obra puede pertenecer a todas las épocas vividas por el humano, como tampoco toda obra puede tener la misma recepción en todos los lugares del planeta.
Un texto, pienso, al ser montado debe pasar el filtro de una “lectura contemporánea”. Me refiero con esto a que las obras se hacen pensando en un público y estas deben tener una razón o necesidad de por qué ser puestas en escena en nuestros teatros.
“La edad es un sentimiento” de la autora canadiense radicada en Londres Haley McGee, es un unipersonal que ilustra el profundo viaje de una mujer de veinticinco años hacia el fin de sus días. La obra nos ilustra que la vida aunque puede ser un viaje hermoso o terrorífico nunca se puede olvidar que merece ser sentida en toda sus facetas.
La actriz, Amara Pedroso, nos presenta una actuación encantadora y un tanto flemática que evita aspavientos innecesarios y que calza bastante bien con la obra que se trabaja desde la intimidad como si se estuviera recitando al oído a otra persona. La escenografía, un practicable con dos biombos de espejos donde se reflejaba la actriz y un ramo de flores -puesto en la corbata del escenario- nos recuerda las ofrendas que se le dejan a los muertos, pero que aquí se nos indica como un regalo de cumpleaños y, por ende, como una pista que nos ayuda a llegar al final de la historia.
El texto de McGee es uno que logra de manera brillante crear el conflicto tanto en su personaje como en los espectadores. Conflicto que se vuelve tan profundo como lo vivido en las distintas etapas de la vida de la protagonista. incluso con bastante tino, la autora, propone que el espectador sea el que elige (de forma democrática) que historias serán presentadas y cuáles no. Sin embargo, nosotros escuchamos una traducción de la obra. Algo que podemos discutir en otro momento si es buena o mala, pero que para este análisis no es importante. Escuchamos la traducción, pero extrañamos la adaptación. La inclusión por parte del director de la “lectura contemporánea”, ya que no sólo basta traducir las palabras para después recitarlas.
En este aspecto la obra se accidenta. Crea lejanía con algunas historias y acontecimientos que no nos hacen reflejarnos. Perdemos su veracidad ya que nunca se nos especifica si estamos en Londres, Toronto o Santiago. Crear esa conexión, la sensación de vivir en los mismos lugares que la protagonista, es algo muy logrado en el texto, pero que en este montaje no consigue el mismo lazo.
“Nadie llega a conocer todo sobre tu vida. Ni siquiera tú”, es lo que se lee mientras esperamos el comienzo de la obra. Frases que nos lleva a pensar que no es bueno cuando te dicen qué debes amar o qué amarás. Las elecciones son sólo tuyas. Así vamos recorriendo la vida de esta mujer hasta sus últimos momentos, pensamientos y palabras.
En cualquier caso “La edad es un sentimiento” es un montaje laborioso e interesante que se presenta en el Centro para las Artes Zoco y que sin duda crecerá en su ambición artística en cada nueva función. Algo, también, muy saludable en la práctica teatral.
FICHA ARTÍSTICA: Autora: Haley McGee. Puesta en escena: Cristián Plana. Elenco: Amara Pedroso. Vestuario: Franklin Sepúlveda. Diseño de iluminación: Andrés Poirot. Música: Damián Noguera

Por: MARIANO de la F. Licenciado por una Universidad. Hombre bajo, gordo y que muy pocas veces ríe con la boca abierta.