MUCHO HAMLET AL MISMO TIEMPO

¿Por qué es el personaje dramático más universal, más representado y el más icónico de todo el teatro? Es lejos el personaje dramático más sometido a interpretaciones y desde hace mucho tiempo, es decir no es una moda reciente la de adjudicarle significados según desde donde se lo quiera mirar. A menudo las perfectas contradicciones entre una lectura y otra no han hecho sino estimular más teorías sobre el dubitativo príncipe.

Es que el príncipe danés sigue siendo éxito de taquilla desde hace unos… cuatro siglos.

HAMLET SERÍA…

…La encarnación del protestantismo, por eso prolonga la venganza: para evitar cumplirla. Que no, que él es la encarnación viva del catolicismo, como su autor, (que habría sido católico como lo indican varias fuentes), por eso es que duda si vengarse o no, porque teme condenar a su tío antes de que pueda arrepentirse. La lectura protestante también buscó en la tragedia una sátira contra la católica, brevemente viuda, María Estuardo y su matrimonio con Bothwell. El partido católico, al contrario, quiso ver un retrato del ambiguo Jacobo VI, hijo de María y sucesor en el trono de Isabel I, que disimuló a menudo su verdadera fe para hacerse del trono, como también ocultó lo mejor que pudo su homosexualidad. Por eso Hamlet simularía locura ante Ofelia, para evitar ya sabemos qué.

Que ni lo uno ni lo otro, sino que representa al pueblo hebreo en su indefinición para con la patria adoptiva, siendo la reina Gertrudis la encarnación de “la tierra prometida” usurpada por ilegítimo esposo. Que no, que más bien sería la ilustración del escepticismo filosófico de Montaigne, por eso vería con irónica distancia la posibilidad de entrar en acción, por considerarla inútil. Obviamente eso llevó a la lectura exactamente opuesta: Hamlet es la refutación del escepticismo. De ahí se siguió a verlo como la representación del individualismo, cuyas tramas internas son fatalmente condenadas al desastre. Por oposición también se lo ha querido ver como una suerte de héroe épico confinado a un rol secundario y atormentado por la culpa del poder pretérito, incapaz de actuar en un presente carente de toda grandeza. Otros afirmaron que Hamlet sería un impotente, no solo psíquico, que desarrolla una refinada capacidad intelectual para justificarse en la contemplación de un mundo que lo rechaza. Lo que también llevó tempranamente a verlo como la encarnación de Essex, el joven y ambicioso amante trágico de la reina Isabel.

Otras lecturas políticas incluyen: Hamlet es un aristócrata paralizado por su propio origen privilegiado. Uno al que la venganza le significará asumir responsabilidades políticas de las que ha sido apartado por el tío y por eso el príncipe dilataría convenientemente su cumplimiento. Sería un liberal progresista impedido de proponer reformas y de devolverle las tierras usurpadas a Fortinbrás. ¿Y si fuera un tirano peor que su tío que utiliza la locura para cometer tropelías que solo la madre podría detener? Tal vez un anárquico que busca destruir al propio país en guerra con Noruega. Un patriota que ve en su tío a un mal necesario para conducir su pueblo.

EN EL DIVÁN

En términos sicológicos el repertorio es amplísimo. Hamlet es un Edipo que sólo desea la venganza para recuperar a su madre. Hamlet es un depresivo bipolar que oscila en estados anímicos cambiantes que le impiden llevar a cabo la misión encomendada por el padre.

En no pocas ocasiones ha sido interpretado por mujeres (Sarah Bernhardt, Asta Nielsen, Judith Anderson, Pupella Maggio, en Chile Nona Fernández), lo que ha permitido levantar la sospecha que Hamlet era en realidad una mujer criada como hombre por su padre, por lo cual no podría llegar al trono. O Hamlet admira, por razones inconfesadas, la fuerza y decisión de Fortinbrás (Brazo Fuerte), por lo que precipita el desastre de su reino e incluso su propia muerte para obtener el triunfo del amado. Hamlet es una máscara de la proyección sicológica, ve al fantasma de su padre y lo transfiere después en Polonio, cuya muerte sería una suerte de rechazo al terrible mensaje paterno, es decir al Yo. De esa forma Horacio sería la conciencia lúcida, el super Yo y el rey Claudio el Ello.    

Los únicos que parecen no haberle encontrado algo que adjudicarle han sido, por ahora, los ecologistas.

¿TEATRO O NO TEATRO?

¿Es un buen personaje dramático uno que no se decide a entrar en acción por buenos tres actos?

El de Hamlet debe ser un caso único entre los anteriores al teatro del absurdo. Y en cierto modo lo prefigura, como a todo el teatro moderno. Brecht incluido, que alguna vez vio en los monólogos del personaje una herramienta del distanciamiento que ayudó a modelar su propio teatro.

Y es que las magníficas cavilaciones del príncipe serían las meditaciones del propio Shakespeare sobre la validez de actuar en un mundo ya imposible de cambiar sino por la propia destrucción, (la lectura católica, del autor y del personaje) es decir un cuestionamiento sobre la validez del propio teatro como recurso expresivo.

La sospecha de que algo así se incube en el texto del Dramaturgo se alimenta de la cantidad de referencias directas que hay al teatro a lo largo de la mayoría de sus obras. Estas citas parecen densificarse en “Hamlet”. Se ha llegado a aventurar que la obra tendría un enmarcamiento, hoy perdido, similar al de “La fierecilla domada”, en que un prólogo nos mostraría la preparación del montaje de una obra llamada “Hamlet”, cuyo espectador principal es el propio príncipe. Y en realidad todo en la obra es representación manifiesta de otra cosa distinta a la que se explicita en la acción. Por lo que Fortinbrás sería el espectador último, al que sólo le queda contemplar el desastre final, mientras que el príncipe terminaría siendo atrapado por el destino de los demás personajes. ¿Demasiado complicado? Tampoco es muy simple que el personaje reciba una misión del fantasma de su padre y se pase actuando locura ante los demás por dos actos completos y más encima recurra al teatro para develar la verdad del mensaje paterno. ¿Y qué es la escena de la calavera de Yorick, sino reflexión sobre la caída de las máscaras? Acto seguido Hamlet deja de fingir y enfrenta a Laertes.

Si todo esto resulta complicado, verlo en escena resulta mucho más sencillo y es una experiencia de descubrimiento de significados que parecen siempre frescos. En una de esas descubrimos que Shakespeare es quien ve a Hamlet como una máscara de sí mismo y por lo tanto es todos nosotros enfrentados a la siempre difícil toma de decisiones, “ante un piélago de iniquidad”.

Hamlet o Shakespeare, por ahí está la cosa.

David Vera-Meiggs. Cineasta. Académico.

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