PAINECUR: el color de la justicia

Esta obra habla de justicia. ¿Justicia en la medida de lo posible? Si. Los ejemplos que lo respaldan son abundantes.

Las referencias que remite la última obra del director Eduardo Luna están diseminadas en toda la literatura anglosajona. Y el cine ha masificado dicha formula.

Painecur consiste en estudiar un caso judicial sin tener los elementos de prueba. Pruebas que acreditan el hecho y actúan en consecuencia.

El esquema dramático que escogió el autor para narrarnos el último sacrificio humano en el país, es adictivo. Adictivo porque está sostenido sobre interrogantes que tienen varias respuestas. La obra cuenta que en el año 1960, para el terremoto de Valdivia una comunidad mapuche sacrificó al niño José Luis Painecur de 7 años.

La Comunidad de Collileufu cerca del lago Budi lo ejecuta para restituir las fuerzas sobrenaturales y evitar una catástrofe mayor. Mientras se ejecutaba el sacrificio, se detuvo la actividad sísmica.

Los responsables fueron enjuiciados y declarados inocentes. El registro del proceso jurídico no existe. En la actualidad, un grupo de estudiantes de derecho se les asigna el caso para su examen. Pero al carecer del fallo de referencia, deben conjeturar sobre la decisión del juez.

Al enfrentarse entre ellos, aparecen los prejuicios, el estatus social al cual pertenecen, la cultura adquirida, las ideologías que los diferencia. En los pueblos originarios de América así cómo en el Cristianismo, el sacrificio humano es elemento esencial. Por ello importa entender su significación más plena.

En estos pueblos el ofrecimiento redime a los humanos de su destrucción cósmica. En el Cristianismo lo principal es la redención del género humano.

La discriminación en nuestra sociedad es un rasgo característico que ha manchado a la nación desde su nacimiento. Ya el director supremo Bernardo O’Higgins era objeto de mofas y burlas por su origen.

En Chile existe un fuerte apartheid económico, donde un pobre no puede suponerse con los mismos derechos que alguien con más dinero. Los lugares más frecuentes de discriminación son el trabajo y los colegios. Los hombres son los que la ejercen.

Los principales motivos son la apariencia personal, la ideología y la opinión política. La nacionalidad también. La orientación sexual otra. La raza manda. La etnia condena.

Una forma de ejercer la discriminación es ignorar y excluir a alguien. Burlarse reiteradamente. Insultar verbal y gestualmente. Pero lo importante en la obra no es la discriminación de los mapuches. No es el sacrificio humano del niño Painecur.

Lo importante en la obra es constatar una vez más que la justicia es ciega. Con todas las premisas judiciales en mano no ha logrado entender la naturaleza de otras culturas. Y con evidencias que no comprende, se incapacita de emitir veredicto. Frente a eso: ¿Cómo un sistema judicial articulado desde una comunidad específica, va a imponerse sobre otra comunidad dónde sus parámetros los desconoce?

La dirección de Eduardo Luna logra que los actores sobresalgan en sus roles. Se ven complementados, naturales y cómplices. Borran la ficción teatral convenciéndonos que son estudiantes de derecho.

El quiebre lo provoca la aparición de otro personaje. Una mujer peligrosa. Una compañera que ha sido impuesta a la fuerza, a regañadientes. Su presencia desata las diferencias. Enfrentándolos y haciendo peligrar el fin último que los congrega.

Lo imposible se instala como realidad. Potenciada cuando aparece Melisa. Rol en el cual la actriz Pamela Alarcón, con tan solo pocos acentos apoyados en silencios, miradas y gestos, nos cautiva.

Los escudos protectores que son los valores y la ideología, resaltan las diferencias que condicionan la mirada frente a sus compañeros. El alumno displicente y vividor. El líder estudioso. El esforzado que trabaja y después estudia. Todos ellos conforman un grupo cerrado y machista.

Personajes interpretados magistralmente por Felipe Lagos; Alexis Moreno y Sebastián Silva.

En 90 minutos transforman el escenario en un juzgado. Juzgado para encontrar el punto de vista y administrar jurisdicción. La agresividad imposibilita terminar el caso y exponerlo. Se violentan las diferencias vivas y sensibles en la dermis de la sociedad.

¿Interesa a la justicia la verdad?. El filósofo griego Platón decía que el individuo debía salir de la oscuridad, de la caverna del desconocimiento Es decir, la persona se hace justicia en la medida que posee conocimientos. La justicia como concepto referencial.

El autor Eduardo Luna se ha destacado por indagar en temas que han causado impacto y generado cambios sociales. Su escritura es reconocible, segura y atrevida. Para darnos cuenta de ello, revisemos sus primeros escritos: en la pieza “Cuando Juana conoció a Robert Wilson”, hace uso del metalenguaje para hablar de teatro. La ficción revive el juicio a Juana de Arco para escucharla decir que su muerte, en la hoguera, fue decisión propia. La siguiente es: “Todas las Aves”, cuyo tema central es el olvido a través de la desaparición. Para luego llegar a: “Niña Astronauta”, donde la influencia de los medios periodísticos instalan necesidades en personas imposibilitadas.

Una de las constantes en la instalación de discursos en voz de los personajes, transforma la verdad escénica en un púlpito de proclamas reiterativas e innecesarias que adelgaza la obra de su fuerza dramática.

La mirada de Eduardo Luna hay que tenerla presente por varias razones: por la lucidez con que aborda los temas. Siempre un punto de vista novedoso que identifica aquella urgencia que nos agobia como polis. Y observar aquel espejo que el autor instala frente a nuestros ojos.

Y no dejemos de mirar al niño José Luis Painecur, de 7 años. Siendo el último de los sacrificios humanos documentados en el país. Inmolado con la misión de restablecer el orden que se había perdido. En los tiempos que vivimos, ¿requerirá de sacrificios para restablecer el orden extraviado?

Ficha Artística

Dramaturgia y dirección: Eduardo Luna

Asistente de dirección: Nicole Morales

Elenco: Pamela Alarcón – Sebastián Silva Rodríguez – Alexis Moreno Venegas – Felipe Lagos

Diseño teatral: Javiera Severino y Karla Rodríguez

Composición musical: Daniel Cartes

Diseño sonoro: Franco Peñaloza

Diseño y producción audiovisual: Pelochuzo Producciones

Asesoría dramatúrgica y diseño gráfico: Javier Alvarado

Preparación actoral: Daniela Venegas

Registro: Paola Cruz

Fotografía: Juan Carlos Caruz

Realización escenográfica: Gian Reginato

 Guillermo Pallacán. Editor